CIELO PARA TODOS

P. Félix Jiménez Tutor, Sch. P.

   

 

“TODOS los hombres son iguales, pero unos son más iguales que otros” escribió el autor de La Rebelión en la Granja.

El BOE sigue publicando los nombres de los nuevos condes, marqueses y demás títulos de la galaxia aristocrática, reducto de vanidades y glorias trasnochadas.

En las democracias hay billonarios, millonarios y mileuristas.

En la Iglesia católica hay cardenales, arzobispos, obispos y excelentes curas de pueblo.

El grito romántico de Liberté, Egalité et Fraternité es aún un cuento de hadas, un  coitus interruptus en espera del grand soir.

Sólo la muerte nos iguala a todos reduciéndonos a “polvo enamorado”.

¿Ese polvo enamorado que todos somos será algún día despertado por el beso ardiente de Dios?

¿Hay algo más para todos?

Sí, hay cielo para todos.

Los pensadores e intelectuales católicos, hasta un pasado reciente, nos inculcaron que “fuera de la Iglesia no hay salvación”. Inventaron un limbo para los niños no bautizados, los fuera de la Iglesia, y un purgatorio para los que en este acá, los dentro de la Iglesia, somos poco fervorosos.

Hoy, gracias a una nueva lupa y a una teología más bíblica somos más abiertos e inclusivos. Le hemos quitado las llaves a San Pedro y hemos instalado puertas automáticas, estilo Corte Inglés, pisas y entras no questions asked.

Los evangélicos, los pentecostales y otros grupos fundamentalistas describen el cielo como una sección VIP reservada sólo para los cristianos. “Nadie va al Padre sino por Jesucristo”, esta es la receta y el salvoconducto para entrar en el cielo. Sólo hay una autopista que lleva al cielo.

Años atrás vivíamos en sociedades cerradas. Hoy, no hay fronteras ni para las personas ni para las religiones ni para los productos que consumimos.

Vivir en una sociedad multicolor y multicultural es una bendición.

¿Por qué va a ser distinto el cielo? Dios, Padre de todos, creo yo, no puede querer un cielo monocolor y tridentino.

Si en el sexto, el sexo, no hay perdón y en el séptimo, el robo, no hay rebajas, decían, con mucho humor, los sabios antiguos, ya puede llenar Dios el cielo de paja.

La Iglesia, sorprendente prudencia, nunca ha condenado a nadie al infierno.

Algunos libertinos optan por la otra puerta, piensan erróneamente que por allí entra la gente divertida. Yo creo que las trabajadoras de la noche de Toledillo y El Califa “os precederán en el Reino de los cielos” Jesús dixit.

San Agustín, el predicador más pesimista, decía “Dios que te creó sin ti no te salvará sin ti”.

Yo, optimista incorregible sólo en las cosas del más allá, le he corregido más de una vez diciendo “Dios que me creó sin mí, me salvará a pesar de mí”.

Ya sé que todos han hecho buenos propósitos para el 2009.

Según las encuestas las personas intrínsecamente religiosas tienen más autocontrol, son más felices y viven más años. Sería bueno añadir a los propósitos rutinarios, no para ganar nada, el de descansar, cabezada incluida, en el área de descanso, la iglesia, los domingos.