¿CONTAMINA LA RELIGIÓN?

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio...

   

 

Europa ha declarado la guerra a casi todo. Nuestros salvadores nos quieren tanto que quieren salvarnos hasta de nuestra necesaria mortalidad.

¡Qué lejano y hermoso queda aquello de Welcome to Marlboro Country! Ahora fumar mata, prohibido fumar en tu coche y prohibido contaminar y matar a los fumadores pasivos.

Todo contamina y todo está contaminado. Yo me pregunto, ¿contamina la religión?

Aparentemente el cristianismo, ayer envenenador según Christopher Hitchens, hoy, ni contamina ni contagia y, en España, no hace falta declararle la guerra. Muere de puro viejo.

Escribo en vísperas del apocalíptico Noviembre 20.

Águila Roja y el Caballero de la Triste Figura, mensajeros del pasado, sin visión de horizontes lejanos, enzarzados en minucias domésticas, han claudicado ante los grandes temas que encienden la esperanza y, a pesar de los sacrificios del presente, crean ilusión y fe en el ser humano. Palabras sin fuego, sin pasión, retórica plana.

La primavera árabe, camino apresurado hacia la democracia, está llena de religión, democracia y religión se abrazan para estrangularse mutuamente.

Las primarias americanas sin la guerra de las religiones serían tan aburridas como las nuestras, pero si se les añade unas gotitas de semen y una aventura extramarital son el climax. Todos los candidatos juegan la carta religión, la carta de Dios.

Spain is different, oficialmente sólo hay una religión, sólo hay un dragón que matar. Es nuestra pobreza religiosa en una sociedad cada día más multicolor, más plural.

La religión en España no contamina a nadie. Miles de alumnos salen de los colegios de curas no contaminados por la religión. Son tan indiferentes como los de las escuelas laicas.

Las iglesias cobijan a los abuelos, pero sus nietos no se contaminan, no se contagian y no pisan las iglesias más que para unos ritos vacíos de fe y de compromiso.

Los domingos, a pesar de las campañas para rejuvenecer las iglesias el domingo, son para dormir, para hacer deporte, ir al fútbol y votar en blanco.

Dios, en nuestra sociedad, es un extra, un suplente que chupa banquillo incluso para sus fans, al que se presta poca atención. Nosotros pasamos, Dios permanece.

Como existe un pluralismo político y una cámara para dialogar y disentir, debería existir también un verdadero pluralismo religioso y un diálogo permanente entre todas las instituciones.

La campaña por el poder ha terminado. Los curas, más por obligación que por convicción, seguiremos haciendo campaña y añadiremos unas gotitas de paz y amor a la convivencia entre los hombres.