ELECCIONES DEL CORAZÓN

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.

 

 

Dicen las encuestas que asistir a la iglesia levanta el ánimo y mata la soledad y el aburrimiento dominical. Los domingos, liberados del peso del trabajo rutinario, se convierten para muchas personas en un vacío difícil de llenar.

Los que frecuentan el Agape Restaurant, como llama Alain de Botton a la iglesia en su libro Religión para Ateos, conectan con la dimensión comunitaria de la religión, elevan el voltaje de su sistema alicaído y alimentan la pequeña esperanza que sostiene a los creyentes en este presente caótico y desesperado.

Si las encuestas no mienten los que acuden al Agape Restaurant son más alegres que los que no lo hacen.

Hoy comienza la Huelga General de la Semana Santa. Una Semana Santa democrática, libre, sin piquetes informativos o amenazantes, sin la presencia intimidatoria de esos apóstoles apocalípticos a los que sólo se puede obedecer.

La Semana Santa española, Spain is different, viaja por muchas autopistas.

Cada español viaja a donde le lleva la elección del corazón.

Los que no frecuentan el Agape Restaurant, rehenes de las urgencias humanas, viajan a la playa o a la montaña, a la casa rural o al pueblo. Son sólo sus genes y “desprecian cuanto ignoran”.

Los cofrades, fanáticos de temporada, se quedan en la ciudad para recorrerla con el fervor de los conversos. Su show de mañana, tarde o noche llena la ciudad secular, son las manifestaciones de la Huelga General de la Semana Santa. Ayer llevaban banderas, gritaban consignas y cerraban negocios, esta Semana Santa abren templos, cargan imágenes santas y procesionan majestuosos como aves migratorias. Su única preocupación es el tiempo. ¿Podremos hacer el paseíllo por la plaza de la ciudad?

Los creyentes, vacunados contra la depresión y las malas noticias, fieles a la tierra y al cielo, viven la Semana Santa en la iglesia recordando, reviviendo e injertándose en el mensaje de la única celebridad que aún sigue viva en este mundo, Jesucristo.

Las celebridades que consumimos, efímeras y vanas, nos ofrecen música, goles, piernas y balbuceos incoherentes y se reciclan semanalmente.

Jesús, el hombre para los demás, nos ofrece  vida y salvación, no a través de la sangre, sino a través de su amor grande y desinteresado sin pedirnos nada para él.

Sí nos pide no confundir la esperanza y la solidaridad con el egoísmo y la avaricia humana.

“Nuestro tiempo morirá, no por el pecado, sino por falta de pasión” escribió Soren Kierkegaard.