EL ENEMIGO ESTÁ DENTRO

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

 

 

Nunca he prestado atención a los secretos, no sé si ya revelados o aún por desvelar, de los tres pastorcitos de Fátima. Son lugares comunes repetidos en todas las apariciones.

“Nada nuevo bajo el sol” leo en el Qohelet.

Benedicto XVI pronunció en Portugal sabios discursos y largas homilías pero sólo una frase ha sido noticia digna de llenar las páginas de todos los periódicos.

“La mayor persecución de la Iglesia no viene de los enemigos de afuera sino que nace del pecado de dentro de la Iglesia”.

Afirmación valiente que todos, los de afuera y especialmente los de dentro, necesitábamos escuchar.

Afirmación que desautoriza a todos los apologetas del Vaticano, en primer lugar al Cardenal Sodano que calificó de “habladurías” las noticias de pedofilia.

Monseñor Federico Lombardi, portavoz del Vaticano, confesó que “sus palabras no fueron las más acertadas”.

Shönborn, Arzobispo de Viena, dice que Sodano “injurió grandemente a las víctimas” y pide una reforma urgente de la Curia Vaticana.

Benedicto XVI desautoriza también a todos los que enarbolaron la teoría de la conspiración antieclesial y señala con el dedo a los obispos, los que encubrieron y silenciaron el pecado que había anidado en el mismísimo corazón de la Iglesia.

El pecado no tiene color ni ideología, llama a nuestra puerta y hasta los aparentemente buenos, P. Maciel incluido, lo abrazan libidinosa y criminalmente.

En la Iglesia primitiva existió la confesión pública y la penitencia pública.

Benedicto XVI ha hecho confesión pública de los pecados de los curas de la Iglesia.

A Dios le puede bastar la confesión del confesionario, los hombres exigen justicia, cárcel y dinero.

La Iglesia tiene que olvidar la conspiración y, en palabras del Papa, re-aprender la penitencia, aceptar la purificación y aprender el perdón y la justicia. Es nuestro programa.

Los otros, los inquisidores, los que miran al Vaticano porque todos los caminos llevan a Roma y quisieran sentar en el banquillo a Benedicto XVI, los que han convertido en industria millonaria los pecados de los curas, los otros nos ayudan a conocernos mejor.

Su mirada detecta lo que nosotros no vimos, no vemos y no nos atrevemos a ver y nombrar.


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