EL MILAGRO

   

Si un día, al despertar, veis que en los brazos

os han crecido ramas,

que minúsculas hojas como estrellas

brotan de vuestros dedos,

y que la piel se os cubre lentamente

de un musgo serenísimo.

Si no podéis andar, porque una hermosa

maraña de raíces

nace de vuestros pies y os encadena

buscando entre la tierra las ocultas

respuestas a la sed, el ciego origen

de la piedra y el agua.

Si el viento es algo más que una llamada

batiendo los cristales,

y se acerca a vosotros y os acuna

con antiguas canciones,

desvelando a los pájaros lejanos

que os arden en el pecho.

Si el río es un vecino venerable

y su voz os alienta y acompaña

en las tardes oscuras,

y alumbra vuestros ojos descubriendo

sus remotas andanzas,

el clamor de sus huellas imposibles.

No temáis, el milagro

se ha hecho luz vegetal, fructificada

promesa en vuestra sangre;

árboles sois, anclados universos,

esperanza de humanas primaveras,

prisioneros y libres. No os preocupe

la especie ni la forma,

es igual ser ciprés, nogal, olivo,

araucaria o enebro. Lo que importa

es disponer de sombra y ofrecerla

a todo caminante,

vigilar en silencio los cruceros,

y aguantar la llegada de quien quiera

grabar en vuestro tronco

unas pobres palabras de tristeza,

un radiante dibujo de alegría,

o una fecha de amor entre iniciales.

LOS SIGILOS VIOLADOS

Antonio Porpetta