EN ÓLVEGA SIN ESTAR EN ÓLVEGA

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

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Los vecinos de Ólvega oyeron gritos en la Iglesia Pentecostal, alertaron las fuerzas del orden y desataron una tormenta en una taza de café.

El ministro de asuntos exteriores de Francia convoca periódicamente a sus embajadores. Reunidos en cónclave secreto son instruidos en las religiones de los países de su respectiva actividad. Idea feliz. La ignorancia es siempre mala consejera.

Los españoles, con siglos de procesiones y ritos a las espaldas, navegamos por los templos como náufragos sin saber a qué agarrarnos.

Las otras religiones, cantidades despreciables, ignoramos hasta sus nombres.

¿Una Iglesia Pentecostal en Ólvega? Magnífica sorpresa.

La Iglesia Pentecostal, 115 millones de fieles, es una de las más florecientes del momento. Si una autoridad central, sin un Vaticano omnisciente, tiene miles de variantes y matices. La Sola Scriptura da mucha libertad y mucho juego a la imaginación.

Entrar en una Iglesia Pentecostal es dejarse invadir por el Espíritu. Los born again christians, los nacidos del Espíritu, gritan, alaban, profetizan, hablan en lenguas…es una gran orquesta en la que cada fiel extasiado y poseído por el Espíritu gime desde la profundidad del ser.

A los de fuera, no iniciados, les suena a orquesta desafinada, barco ebrio, a la deriva.

Los de dentro viven este aparente desorden como gracia y orden del Espíritu.

Lo que cuenta es la experiencia personal, la unción del Espíritu, al margen de las doctrinas sofisticadas e imposibles.

“Los creyentes en mi nombre echarán demonios, hablarán lenguas nuevas”. Mc 16,17

Echar demonios no es exorcizar a nadie.

Sí es discernir los buenos y los malos espíritus.

Sí es reconocer que la batalla entre Dios y Satanás se juega en el mapa cósmico y en cada corazón.

Todo lo que no funciona en la vida de las personas se atribuye a los ataques de Satanás.

Entrar en una Iglesia Pentecostal es escuchar conjuros contra Satanás y ver personas en el suelo como muertas.

Yo no me perdí el “show” de Ólvega. He participado en muchas asambleas parecidas. He escuchado muchos “yo te conjuro Satanás”. He presenciado el aparente caos sinfónico y espiritual en iglesias católicas con respeto y admiración.

Yo creo que el Espíritu trabaja y frente a la solemne pasividad y mutismo que se da en muchas iglesias, un poco de bulla y de entusiasmo es de agradecer.


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