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   L A S   E S Q U E L A S

Félix Jiménez Tutor, escolapio....

   

 

Hay cosas que sólo pasan en América. Only in America. Hay cosas que sólo pasan en Soria.

Las funerarias de Soria compiten en eficacia con UPS. Entregan puntualmente los mensajes. Llenan las carteleras de las iglesias, las puertas y los bares con las esquelas, que son muchas, del día. No haya ciudad en España mejor informada sobre estas migraciones eternas que Soria.

Confieso que siempre me ha dado que pensar este ritual atávico. En los pueblos la noticia corre de boca en boca y, a veces, se da por fallecido al que aún está vivo.

En Soria, un pueblo más abultado, los que van a las novenas se enteran a la puerta de la iglesia y los jugadores de guiñote en el bar.

El día del funeral se agotan las entradas sentadas y de pie. Lleno total. Los sorianos por familia, vecindad, amistad, curiosidad... se acercan al templo y ofrecen su presencia y condolencias a la familia. Día social por excelencia.

Las esquelas, todas iguales, siguen una redacción estereotipada y piadosa: "habiendo recibido los santos sacramentos". Fórmula que vale para el fallecido en casa o en un accidente de tráfico, para el creyente como para el impío.

Esquelas tristes, en blanco y negro. ¿Por qué no de colores? ¿Acaso morir no es un nuevo y rojizo amanecer?

Morir es un deber, el último, para el cristiano, deber alegre y gozoso. La autopista de la vida nos lleva al aeropuerto Kennedy del cielo.

Algunas culturas no lloran la muerte, la celebran con comida, bebida y baile.

Si yo pudiera escribir mi esquela no se parecería en nada a las que cuelgan en mi puerta.

Un puñeta-zo a la muerte y un canto a la vida.
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