FE Y POLÍTICA

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

 

 

 

 

 

El programa "Tengo una pregunta para usted", tan aireado y deseado, como los fuegos artificiales nos dejó un puñado de cenizas.

¿Por qué lo anecdótico, el precio de un café o el sueldo de un señor, se fija en la memoria y silencia el oleaje de la profundidad?

Nuestros líderes, ante cien ciudadanos inexpertos y nerviosos, hacían equilibrios para deslumbrar y conquistar respondiendo a preguntas domésticas y domesticadas.

Nadie les preguntó por sus creencias.

¿Cree usted en los OVNIS?

¿Es Dios un E.T.?

¿Practica usted alguna religión?

¿Conoce a su párroco?

En ese jurado arco iris faltaba un cura.

En este país con himno sin letra, la religión también se pone en off.

Si algo tiene poder para definir y orientar el vivir humano es la religión, tabú en estos tiempos del zapping y del click.

Los americanos, ricos y poderosos, misioneros de la democracia, exportadores de modas y religiones, se sienten investidos con una misión global y sideral.

Por más que los Founding Fathers erigieran un muro para separar la Religión y el Estado, la religión y las religiones siguen obsesionando la sociedad, la política, las elecciones, la programación de la televisión y los sermones dominicales.

Futuros señores del mundo, los candidatos tienen que dar razón de su visión del mundo, de la política exterior, pero en casa, el sazón que no puede faltar para condimentar la comida de cada día es la religión.

En estas elecciones del 2008, la religión, ayer provincia exclusiva de los republicanos, hoy, cabalga sin inhibiciones por el campamento demócrata.

Jim Wallis, reverendo progresista, organizó un Foro Presidencial sobre Fe, Valores y Pobreza que fue emitido por la cadena CNN.

Hillary Clinton, Edwards y Obama conversaron sobre problemas sociales de siempre: eliminar la pobreza, acabar con la guerra, salvar el planeta y sobre espinosos problemas teológicos: creacionismo versus evolucionismo, matrimonio gay… y temas de confesionario.

A Edwards le preguntaron por el pecado más grave que había cometido. "La lista, según él es muy larga, y peco todos los días. Todos los días tengo que pedir perdón a Cristo". A pesar de su buena voluntad, no pudo ser más preciso.

Hillary confesó que, ante el adulterio de su marido, pudo superarlo gracias al poder de la fe.

Obama, la cara de la esperanza, se situó en un territorio más amplio identificándose con la frase bíblica "Yo soy el guardián de mi hermano" y así abrazarse a todos los pobres y marginados.

Los ciudadanos tienen "hambre de una sincera conversación sobre los grandes temas morales de nuestro tiempo" y los candidatos, sin rubor y sin complejos, dibujan con palabras ingenuas el viaje de su fe, las áreas de descanso que visitan y su relación con el Pastor y los pastores.
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