¿HAY RELIGIÓN SIN DIOS?

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.

 

 

Nada más español y más católico que las procesiones de Semana Santa. Excesos folclóricos y turísticos, residuos del tiempo de la contrarreforma.

Los países bíblicos, los protestantes, la celebran sin procesiones, sin pasos, sin ruido, sobria interioridad.

España, país medio ateo y medio viejo, tierra de santos, (un email me invita a regalar santos y beatos de su colección de 27.500 imágenes), pero no de Biblia vive la Semana Santa en las calles. Los ateos, los agnósticos y algunos creyentes, con disfraces medievales y tamborradas atronadoras, pasean imágenes sacadas de los museos, piropean a las vírgenes enjoyadas con oro de Ofir y se sienten sacerdotes y dueños de la única Semana Santa digna de ser celebrada.

Es el revival primaveral, acontecimiento minuciosamente ritualizado que emociona a muchos pero no transforma a nadie y que atrae a los turistas, esos hombres aburridos que pasean la levedad del ser sin dejar huellas.

Las imágenes, paseadas con toda solemnidad, vuelven a sus sedes y los costaleros, desenganchados de la religión, no tienen a donde volver, sólo tienen unas andas que cargar.

La religión oficial se resigna a viajar en el asiento de atrás en estas manifestaciones populares. Y su voz, una entre tantas, se pierde en la cacofonía de lo multicultural.

La Semana Santa, semana grande del misterio, del exceso del amor y de la fe, se nos escapa por las grietas de las rebajas de la piedad.

La Plaza Mayor se llena de religión que no de fe y los clérigos añoran un pasado triunfal e irrepetible. El catolicismo de ayer, redivivo en estas multitudinarias e ilusorias procesiones, está llamado a morir.

La Semana Santa, la de interés turístico, es un catolicismo sin Dios como lo son todas las fiestas patronales. Lo que importa son los ritos, las tradiciones almacenadas, creer o no creer en Dios no tiene importancia. Ser religioso es hacer cosas en los templos, vivir de una determinada manera aquí y ahora sin hacerse preguntas ociosas e imposibles sobre Dios, el más allá y la salvación.

El pastor protestante Klaas Hendrikse acaba de publicar un libro titulado: “Creer en un Dios que no existe. Manifiesto de un pastor ateo”. Afirmación que podrían firmar muchos católicos que practican la religión sin creer en Dios.

Me gustan las procesiones, ese paseo por las calles del pueblo hablando con el alcalde del tiempo, pero eso no es la religión. La religión es mucho más, es un ámbito en el que pocos se atreven a entrar y menos los que deciden quedarse.
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