LA CALLE SORIA

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.

 

 

Destinado a una parroquia de Zaragoza, me presenté a mis nuevos feligreses como soriano, nacido en Soria, criado en Noviercas y recién llegado de Soria.

A la salida de las misas, entre saludos y risas, la gente me decía: yo soy de Almazán, yo soy de Cihuela, yo estoy casada con un soriano, yo tuve un novio de Torrubia, yo veraneo en Navaleno… letanía de pueblos conocidos y de pueblos nunca oídos desfilaban ante mí.

He venido a Zaragoza y estoy rodeado de sorianos y de algunos maños.

Ya es leyenda entre nosotros comentar que el mayor pueblo de Soria está en Zaragoza.

Nuestra mermada provincia se expande cada día más por la geografía nacional y la europea como leemos en las entrevistas que hace el Heraldo a nuestros emprendedores viajeros.

Lo que ustedes, tal vez, no saben es que en Zaragoza existe la Calle Soria que está en mi territorio parroquial.

La Calle Soria, ironía del destino y símbolo de nuestra insignificancia, es un callejón diminuto que cuenta en su haber con una casa cerrada, otra habitada, un pequeño solar en ruinas y las cuatro personas que figuran en el padrón de la ciudad. La Calle Soria debería estar inscrita en el libro Guinness de los récords como la más corta.

Me recuerda una calle cualquiera de uno de nuestros pueblos en vía de extinción, calle fantasma en el cada día más abultado callejero de la ciudad.

Ahora están poniendo nombres a las nuevas calles, nombres cortos o kilométricos: “Los Pájaros”, “Mujeres al borde de un ataque de nervios”, “    Casa Blanca”…para recordarnos las obras maestras del cine. Menos mal que las cartas están en desuso porque hay nombres que no cabrían en ningún sobre.

Los miles y miles de sorianos que vivimos en Zaragoza nos merecemos, creo yo, algo más que este culo del mundo.

Ignoro el nombre del alcalde y la fecha en que se consumó semejante fechoría, ya no le podemos echar en cara su insensibilidad, pero aún podemos exigir ser tratados con más dignidad.

Los sorianos deberíamos avergonzarnos de ese callejón muerto y hacer lo que han hecho, por razones políticas, con la calle Viva España que ha sido ennegrecida y condenada a la inexistencia.

A la salida de Zaragoza, camino Soria, ¿desagravio, reconocimiento, memoria recuperada, adiós?, nos han colgado unas grandes señales, “La Avenida Soria”, para recordarnos el camino que lleva a casa.


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