LA ÚLTIMA SALIDA

Félix Jiménez Tutor, escolapio

 

 

"En pleno uso de mis facultades salgo porque quiero acabar mis días en la soledad y el silencio".

Lluis María Xirinacs, noticia ideológica y pintoresca en el pasado, fue noticia, por última vez, en las esquelas de los periódicos.

Dejó la esclavitud, "he vivido 75 años en unos Países Catalanes ocupados por España, por Francia (y por Italia) desde siglos", de la carne, de la política, de los penates de la tribu, del ego y del ser menesteroso para perderse en el no ser por propia voluntad.

Xirinacs vivió como Escolapio más de la mitad de su vida. Sus compañeros de seminario lo recuerdan con admiración.

En el monasterio de Irache, estudiante de filosofía, y en el seminario de Albelda, estudiante de teología, fue el hermano primero. Elegido por sus compañeros les representaba ante los superiores y los profesores.

Dicen que era muy, muy inteligente. Algunas clases se convertían, cosa inaudita en aquellos años, en debate entre el profesor y el estudiante Xirinacs.

Piadoso, educado, servicial y acogedor, el joven Xirinacs se sometió a la rutina y a la normalidad de la vida reglamentada del seminario con la docilidad borreguil de las masas.

Terminados los estudios regresa al seno materno, a la cueva de la tribu, y se ordena sacerdote a los 22 años.

Xirinacs llevaba el cromosoma del nacionalismo y del independentismo catalán que, con el correr del tiempo, se convirtió en obsesión maquiavélica.

"Una nación esclava, como un individuo esclavo, es una vergüenza de la humanidad y del universo".

A los 34 años, primera huelga de hambre para protestar y romper el matrimonio incestuoso y diabólico de la Iglesia y el Estado. Franco era el Cardenal Primado de las Españas y la semilla del diablo.

Sus huelgas de hambre frente a la Cárcel Modelo, sus estancias en prisión, sus discursos independentistas, sus aforismos a favor de ETA lo transforman en el Gandhi, en el Martin Luther King catalán, en el altavoz de todos los que llevan el mismo cromosoma y en candidato al Premio Nobel de la Paz durante tres años consecutivos.

En 1977, agotada la semilla de la dictadura, es elegido senador por Barcelona. Más de medio millón de votos avalan su candidatura. No se sentó en su sillón, de pie seguía en huelga en el vientre del dragón.

El terrorista perfecto, no es un hombre enciclopédico, es hombre de una idea clara y distinta.

Idea tatuada en la piel, predicada a tiempo y a destiempo, vivida 24/7, contagiada a unos pocos, desprecia a los que no la comparten, reniega de Dios y de los líderes mudos y pone fecha a su "salida soberana".

Héroe, mártir, iluminado, profeta bíblico, personaje incómodo, se sabe de más. Cansado, las luchas ideológicas duran siglos, opta por el único acto de soberanía que estaba a su alcance, tomar la última salida.

Xirinacs, clérigo sin cura de almas, despedido y elogiado el 16 de agosto en la iglesia de Santa María del Mar, no será ni siquiera nota marginal en la historia de España, pero en Cataluña tendrá su nicho, su calle, su estatua, su poema y su leyenda para siempre.
.