NO PIERDAN LA MEMORIA..

..EN NAVIDAD  (2005)

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

   

 

En Cien Años de Soledad se cuenta la historia de un pueblo en el que sus habitantes comenzaron a perder la memoria. Ya no sabían cómo llamar a las cosas más sencillas. Y la comunicación se hacía casi imposible. El pueblo sin memoria era un pueblo sin pasado ni futuro.

Uno de los habitantes, que aún no sufría el vértigo del vacío, decidió erigir dos gigantescos letreros. Quería recordar a sus paisanos dos verdades que no debían olvidar.

A la entrada del pueblo colocó uno que decía: "Mi pueblo se llama Macondo". Y en el centro de la plaza colocó el otro que rezaba: "Dios existe".

Podían olvidarlo todo. Perder la memoria no es una tragedia. Pero ¿cómo olvidar el nombre de mi pueblo? ¿Cómo olvidar que Dios existe? Sería como enterrar el pasado y quedarse sin futuro.

Mi pueblo se llama Soria, Noviercas, Jaray... Mi pueblo es mi raíz, mi conciencia, mi ser, mi almacén de vivencias y nostalgias. Gracias a él soy lo que soy en el tiempo. "Que se me pegue la lengua al paladar si me olvido de ti, pueblo mío".

Dios existe. Dios es mi pasado y mi futuro. Dios existe para mi y yo para El. Gracias a El soy lo que soy en el tiempo y en la eternidad.

Mi pueblo y Dios, dos senos maternales que me mantienen vivo e ilusionado.

En este pueblo grande, que es España, muchos de sus habitantes empiezan a perder la memoria. La Navidad ya no se asocia a Jesús, el niño de Belén. Huele más a pino, a 212 de Carolina Herrera, a regalo perfecto Corte Inglés, a ski en las montañas rocosas...huele a todo menos a niño.

Los puritanos del Mayflower se negaban a celebrar la Navidad porque Diciembre 25 no está en el Nuevo Testamento. Más tarde se rebelaron contra la Navidad albergada en las catedrales del comercio.

Hoy, en esta sociedad desenganchada de la militancia religiosa, política y social, las Navidades son fiestas a la carta. Cada Yo elige un menú a su medida, eso sí, un menú light, bajo en calorías, estimulado por burbujas en cadena y felicitaciones imbéciles de bancos, empresas y supermercados.

Resuena, en medio de los villancicos, notas más folclóricas que religiosas, el Viva las Navidades.

La Navidad de Belén, del niño, del hijo y hermano, del Mesías, del Salvador, oculta e ignorada ayer, hoy se va perdiendo de la memoria colectiva.

Los cristianos, los de verdad, son los que quieren vivir la Navidad sin la anestesia que inyecta el príncipe de este mundo.

Los cristianos, los de verdad, son los que no han perdido la memoria y saben que Dios existe y nos da su hijo y en él nosotros nacemos cada día.

Los cristianos, los de verdad, son los que ayudan a los desmemoriados a hacer memoria del Día 0 de la historia. Y a los anestesiados los despiertan a su verdadero ser.

En Navidad nació el Amor y desde ese Día hasta hoy hemos conocido que Dios es Amor, sólo Amor y nada más que Amor.

La Navidad es la primera Oda al Amor y la Alegría.

Los cristianos, de puntillas, temblorosos y agradecidos, nos asomaremos a la cuna para besar y recibir el beso del Amor.

A TODOS y a TODAS, bendita y feliz NAVIDAD