MONICIONES Y ORACIÓN DE LOS FIELES - CICLO C

Cuarto DOMINGO

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

   

 

 Escritura:

Jeremías 1, 4-5.17-19; 1 Corintios 12, 31-13,13;
Lucas 4, 21-30

ENTRADA

Bienvenidos todos a la fiesta de Jesucristo. Hoy, somos invitados a escuchar a los profetas, la boca de Dios que siempre habla a los hombres.

Por un momento dejamos la escucha de los políticos y escuchemos a los profetas que nos hablan del proyecto de Dios para todos nosotros.

Celebremos esta fiesta agradecidos y con gozo y con el canto de entrada.

MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA

Jeremías es formado, conocido y consagrado por Dios antes de nacer.

Llamado a ser profeta, Jeremías se convierte en la fuerza de Dios, en la fidelidad de Dios y con su ayuda puede resistir a todos los que ignoran y luchan contra Dios.

Sus palabras, vigentes hoy, nos impulsan a profetizar.

Escuchemos la proclamación de la Palabra de Dios.

MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA

Pablo hace un canto al amor. Al amor como el mejor de los dones del Espíritu, al amor como el unificador de la comunidad, al amor que dura siempre.

Escuchemos la proclamación de la Palabra de Dios.

MONICIÓN AL EVANGELIO

Jesús no fue bien recibido en su tierra. Pero aquel día un profeta vino a Nazaret con amor en su corazón, con sanación en sus manos y con salvación para todos en sus palabras. Pero su gente no le creyó.

Escuchemos la proclamación del Evangelio.

ORACIÓN DE LOS FIELES

  1. Oremos por la Iglesia de Dios y por todos los pastores, llamados a proclamar la voluntad de Dios y su proyecto de amor para sus hijos.

  2. Oremos por los líderes de las naciones para que sean ejemplo y busquen la libertad y el bienestar de los pueblos.

  3. Oremos por los enfermos de nuestra comunidad, por los que se sienten solos, por los encarcelados y por los que viven angustiados por falta de trabajo o de amor.

  4. Oremos por los que formamos esta comunidad para que podamos ver y experimentar la presencia de Dios en los hermanos y en los acontecimientos de cada día.

  5. Oremos por los difuntos de nuestras familias y de la parroquia y (nombres…) para que el Dios de la salvación los reciba con los brazos abiertos y los siente a la mesa del banquete celestial.