MONICIONES Y ORACIÓN DE LOS FIELES - CICLO A

 Decimoctavo Domingo del Tiempo Ordinario

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

   

 

 Escritura:

Isaías 55, 1-3; Romanos 8, 35.37-39;
Mateo 14, 13-21

ENTRADA

Hermanos, somos un pueblo. Un pueblo convocado por Dios, animado y guiado por el Espíritu para hacer visible nuestra respuesta a Dios por Jesucristo.

Esta fiesta dominical nos une y nos recuerda lo que somos, de quién somos y qué celebramos.

La eucaristía, fiesta del pan de cada día y del amor eterno de Dios, es la fiesta de la comunidad, del pueblo de Dios aquí congregado.

Celebrémosla juntos y entonemos el canto de entrada.

PRIMERA LECTURA

Invitación del profeta Isaías a buscar a Dios, a escuchar a Dios, a alimentarnos con los dones que Dios nos ofrece.

Invitación a renovar nuestra alianza con Dios.

Escuchemos la proclamación de la Palabra de Dios.

SEGUNDA LECTURA

Estoy seguro, dice Pablo, de que nada ni nadie nos podrá separar del amor de Dios.

Estoy seguro, no de mi fidelidad, pero sí de la fidelidad de mi Dios.

Estoy seguro de ser amado.

Escuchemos la proclamación de la Palabra de Dios.

EVANGELIO

Jesús no vino a hacer milagros. Vino a anunciar el Reino y el amor.

El milagro de los panes que hoy recordamos, es presencia, cercanía, acogida, solidaridad, amor.

El milagro del pan que compartimos en la iglesia del Pilar tiene que producir en nosotros el milagro de la unidad y del amor.

Escuchemos la proclamación del evangelio.

ORACIÓN DE LOS FIELES

  1. Oremos por los pastores de la Iglesia para que alimenten el amor de Dios en su pueblo.

  2. Oremos por los gobernantes de las naciones para que distribuyan los bienes de la tierra con justicia y atiendan a los más débiles.

  3. Oremos por todos nosotros para que sepamos agradecer a Dios el pan de vida.

  4. Oremos por todos los que alimentan a los pobres, a los refugiados y a los sin casa para que no se cansen de promover la justicia.

  5. Oremos por todas las comunidades cristianas para que sean generosas y hospitalarias.

  6. Oremos por nuestros difuntos y (nombres…) para que el Señor los siente en la mesa celestial.