PESCANDO EN AGUAS TURBULENTAS

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

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La verdadera religión es liberadora. Las religiones que todo lo prohíben son tan dañinas como las que todo lo permiten.

Son muchos los que creen que ser religioso es encadenarse a unos ritos y a unas normas que hay que cumplir escrupulosamente y vivir bajo el eterno signo de la culpa, esa peste que todo lo contamina y entristece.

La buena noticia religiosa, recogida estos días por la prensa mundial, ha salido del Vaticano que invita a los Anglicanos a remontar el Tíber y la mala noticia, para Hans Küng y otros, es el abrazo de Roma a unos cristianos de extrema derecha y la restauración del “imperium romano”.

La Iglesia Anglicana, barca a la deriva, vive las mismísimas contradicciones de nuestra sociedad permisiva: liberación sexual, bendice las relaciones prematrimoniales, acepta el divorcio y el matrimonio entre homosexuales, ordena Obispos gays y en julio del 2008 aprobó la ordenación de las mujeres como Obispos.

¿Qué católico español no se sorprende ante tanta novedad?

Ninguna sociedad civil goza de tanta libertad en materia sexual.

Algunos creyentes anglicanos han acogido con gran alegría la noticia que les permite convertirse en masa en católicos.

Cerca de medio millón de anglicanos, ahora en la antesala de la Iglesia Católica, esperan ilusionados los detalles de la próxima Constitución Apostólica que aclarará su situación y les impondrá sus condiciones.

Los Obispos Anglicanos de África, enemigos viscerales de tantas novedades que juzgan contrarias a la Biblia, no quieren hacerse católicos, pero sí piden a gritos una Reforma de su Iglesia Anglicana.

Hacerse católico es mucho más que renegar del posible libertinaje sexual, es aceptar la infalibilidad del Papa y los dogmas marianos de la Inmaculada y la Asunción. Cosa nada fácil para un protestante por más conservador que sea.

Cierto, se les permite a los curas casados funcionar como casados. ¿Surtirá efectos colaterales en la iglesia de occidente?

Los Anglicanos no se traumatizan por perder un puñado de conservadores cuando son millones los que se dan de baja cada año y la asistencia a sus iglesias es cada vez más minoritaria.

¿Pesca milagrosa o pesca problemática?

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