Catherine Booth, cofundadora con su esposo William Booth del Ejército de la Salvación, Salvation Army, era una predicadora con un magnetismo irresistible. A dondequiera que iba, las multitudes acudían a escuchar su mensaje de esperanza: príncipes y nobles, mendigos y vagabundos.

Una noche, después de predicar en una ciudad, una señora rica invitó a cenar a Mrs. Booth.

Las palabras de bienvenida cuando entró en la casa fueron: "Mi querida Mrs. Booth, la reunión de esta noche ha sido horrible".

"¿Qué quiere decir, querida? preguntó la Sra. Booth.

"Cuando usted estaba hablando, yo miraba a la gente que tenía en frente de mí. Las caras de muchos de ellos eran terribles. No creo que pueda dormir esta noche".

¿Por qué? ¿Acaso no los conoce?, preguntó la Sra. Booth.

"Por supuesto que no", replicó su anfitriona.

"Es curioso", dijo la Sra. Booth. Yo no los he traído desde Londres; esos son sus vecinos".