SI YO FUERA OBISPO...

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

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A Don Vicente, nuestro Obispo, el más soriano de todos, como a Abrahán le mandan salir de su tierra.

¿Un peldaño más en el escalafón de la carrera eclesiástica?

Piensan algunos que dada su talla espiritual e intelectual merecía una diócesis más poblada y un púlpito más solemne.

Para Soria, pueblo de pueblos, cantidad despreciable, fría por fuera y por dentro, puede servir cualquiera. Hasta yo.

Don Vicente, aun antes de ponerse la mitra, ya había sido Obispo de toda la provincia a la que ha servido con pasión a lo largo de toda su vida.

Ahora creo en el don de la bilocación. Parroquias, romerías, fiestas, comunidades, acontecimientos…su presencia era el don generoso y gratuito de su disponibilidad.

Dios no cuenta con los que valen mucho, cuenta con los que están siempre disponibles.

Nadie es perfecto, ni siquiera Don Vicente, a Dios gracias, a no ser los canónigos que gozan de privilegios vitalicios y son resistentes a la prueba del tiempo y a la autoridad del Obispo.

Los Obispos americanos lo tienen más fácil. No tienen que escuchar la salmodia cansina y las quejas eruditas de los canónigos. Allí no existe esta especie clerical.

Yo, a Don Vicente le agradezco su sencillez, su cercanía, su humanidad, su sabiduría y también sus imperfecciones, complementos más que necesarios para realzar la personalidad.

Osma-Soria, sede vacante, necesita opositantes. Lejos de mí, apártate de mí Satanás, la tentación de opositar.

El opositante debe pasar los filtros amorosos de un tribunal anónimo y menos misericordioso que el del mismo Dios.

Jesús no llamó ni a sacerdotes ni a estudiosos de la Ley, se contentó con un montón de pecadores: Pedro el casado, Juan el de las mejillas rosas, Mateo el de le los impuestos, Judas el de la daga, un par de gemelos traviesos…

¡Qué lejos estamos de aquella primera y variopinta promoción de Obispos!

Si yo fuera Obispo, cosecha 2007…

NO gastaría energías en las batallas perdidas: educación, autoridad, sexualidad straight or gay…tantas cuestiones fronterizas cuyos mojones, desaparecidos, nadie sabe ya localizar.

Centrarse es encontrar el único centro, Jesucristo, cuyas armas no son, como en todas las religiones, la culpa, el miedo y el control, sino el perdón y el amor. El principio de la religión no es el "pecado original" sino la "bendición y la bondad original" de Dios y de todo lo creado.

NO me angustiaría el pequeño número de vocaciones.

La iglesia somos todos los bautizados. Más de mil millones de sellados con el sello del Espíritu. Despertar a este ejército acuartelado, sin misión y sin visión, adormilado en un ritualismo fácil, sería un gran reto episcopal.

NO edificaría más templos.

Sobran iglesias, sobran misas y sobran consumidores de funerales.

Pasaron los tiempos en que los católicos teníamos el templo a la puerta de la casa; ahora tenemos una entidad bancaria.

Los católicos deberíamos redescubrir la alegría de procesionar al templo, cercano o lejano, de sentirnos parte de una gran familia y de una celebración que nos hace vibrar por la acogida fraterna, la música festiva, la predicación liberadora y la presencia sensible del único dueño, el Señor.

NO escribiría cartas desde la fe.

Hoy la religión: iglesias, sinagogas, mezquitas…han encontrado su nicho en cyberspace.

Ahí, en ese ámbito anónimo, las personas se conectan, se ofrecen respuestas, se abren corazones, se encienden velas, se reciben bendiciones, se reza y se adora.

Estar presente en cyberspace es más urgente que abrir la puerta de la iglesia todos los días. Los jóvenes y los treinta añeros, navegantes sin mapas, podrían encontrar la brújula de la trascendencia.

Si yo fuera Obispo…Despierta. ¡Qué pesadilla!
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