UN CHEQUEO SALUDABLE

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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Dos mujeres de Noviercas, un domingo, tomaban café en un bar de Soria y le preguntaron al camarero por la iglesia más cercana. "Carcas, ustedes son unas carcas", les contestó ásperamente.

Seguro que el displicente camarero se sabe de memoria los números RELAX, aunque no se atrevió a dárselos.

Si se hiciera una encuesta a los jóvenes y treintañeros sobre la palabra Cuaresma, dudo supieran dar una respuesta. La palabra Ramadán es más conocida para muchos que la palabra Cuaresma. Los musulmanes profesan su fe más públicamente y más atrevidamente que nosotros.

Los mayores, los de siempre, asocian la Cuaresma con sacrificio, penitencias, ayunos…

Con la destrucción del templo de Jerusalén se abolieron todos los sacrificios. Hoy, muchos son partidarios de desterrar del vocabulario cristiano la expresión clásica y popular "hacer sacrificios".

La Cuaresma ha sido el tiempo de los grandes predicadores. Santa Misión y charlas cuaresmales, ahora predicadas por los seglares. En la catedral de Notre-Dame de París predicará este año, entre otros, la famosa sicóloga Julia Kristeva.

Algunos predicadores del siglo XXI sienten un hormigueo molesto. La religión, siempre vista bajo el prisma del NO: no robar, no mentir, no fornicar…y ahora llega el tiempo cuaresmal y los Noes parecen multiplicarse y agigantarse: no carne, no bailes, no risas…¿A quién le gusta ser un aguafiestas?

Otros predicadores encuentran su voz y su oportunidad. Vuelta a lo básico, a lo de siempre, a vociferar contra los vicios reales e imaginarios de los humanos. Vuelta al saco y la ceniza, al cilicio y al látigo para domar la carne y su lujuria incontenible.

Yo creo que los grandes arrepentimientos de hoy son pequeñas lamentaciones por las compras inútiles en las rebajas o la compra de unos zapatos carísimos que nos torturan.

La Cuaresma, tiempo litúrgico alegre, es un viajar ligero de equipaje hacia la fiesta de las fiestas, Pascua de Resurrección.

Las preocupaciones del día a día nos impiden ver la meta, pero ésta una vez alcanzada y celebrada es lo mejor del viaje.

¿Cómo llenar estos cuarenta días de alegría y de esperanza, de paz y de deseo?

Haciéndose un chequeo, una prueba de fuerza, del corazón. "Donde está tu tesoro, allí está tu corazón.

Preguntándose por lo esencial. "¿De qué te sirve ganar el mundo entero si pierdes tu vida?

No nos salvará el Vaticano, ni la Conferencia Episcopal Española, ni el PP, ni el PSOE.

¿Algún hombre ha salvado a alguien?

Volviendo a casa. Las iglesias se vacían. La Cuaresma es el tiempo de volver a la casa del Padre. "Sí, me levantaré. Volveré junto a mi Padre".

Los predicadores de hoy no le van a pedir grandes cosas. Todo se reduce a hacer pequeños gestos de solidaridad: dar las gracias al cartero, no contar chismes, no abusar de la televisión, "per-donar que es el superlativo de donar" …

Saliendo de nuestra concha. La oración nos acerca al Dios lejano, la limosna al hermano necesitado y el ayuno a nuestro enfermo corazón.