¿UN SECRETO VERGONZOSO?

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

.

 

Nunca sabemos, a Dios gracias, lo que se cuece en el corazón del ser humano. Secreto que ninguna cámara oculta puede penetrar ni revelar.

La Madre Teresa de Calcuta, la santa de las letrinas, santa para católicos, protestantes, budistas e indiferentes, a través de unas cartas, en contra de su voluntad no quemadas, nos ofrece ahora sus confesiones póstumas.

"Mother Teresa: Come Be My Light" es el libro que colecciona las cartas que escribió a sus confesores y directores espirituales.

Esta monja, pequeña y llena de arrugas, premio Nobel de la Paz en 1979 y celebridad religiosa recorrió los pasillos del poder: el Vaticano, la ONU, la Casa Blanca…

Hasta hoy sólo la conocíamos por sus obras de amor. "Por sus frutos los conoceréis".

Recogía a los moribundos en las calles de Calcuta y les ayudaba a morir dignamente. Los hijos de Dios no deben morir como perros callejeros.

Sus obras hablan tan alto que la Madre de los más pobres entre los pobres se convirtió en un icono de santidad. Por fin había una persona viva, de carne y hueso, que olía a santidad. No necesita hacer milagros para ser canonizada. Su vida es el mejor milagro. Santa por aclamación universal.

El ministerio de sus obras, íntima conexión con los más pobres, sedujo a muchos que la siguieron e imitaron.

¿Quién habría sospechado que detrás de su sonrisa beatífica ocultaba un alma torturada?

Ahora su secreto íntimo revelado ejercerá el ministerio de la fe probada y negada, purificada y resucitada.

Los ateos, decía Sastre, están obsesionados con Dios y los creyentes verdaderos también. Los que no dudan viven anestesiados.

"Señor, Dios mío, ¿quién soy yo para que me abandones? La Hija del Amor –ahora transformada en la más odiada –la que- Tú has botado como no querida –no amada. Llamo, me apego, quiero –no, Nadie. Sola. ¿Dónde está mi fe? en lo profundo no hay nada, sólo vacío y oscuridad.

Dios mío qué doloroso es este desconocido dolor. No, no tengo fe.

Tantas preguntas no contestadas viven dentro de mí que tengo miedo a manifestarlas a causa de la blasfemia. Si hay Dios, por favor, perdóname"…

La fe, luz deslumbrante y oficio de tinieblas, profesada y maldecida, es la fe de Jesús, de Madre Teresa y de todo creyente que tiene intimidad con Dios presente y ausente en el viaje de la vida.

La fe es el drama existencial de todos los buscadores de la trascendencia.

La fe no es un seguro de vida ni una cuenta bancaria, es un don arriesgado en la bolsa de Wall Street día tras día.

La Madre Teresa no es la primera ni la última en experimentar la tentación de negar la existencia de Dios, el abandono de Dios, el vacío de Dios.

Gracias a su secreto, ni vergonzoso ni original, Madre Teresa es más santa y más cercana a todos los creyentes y a todos los que se plantean el misterio de la profundidad, el misterio de Dios.


.